Sobre Saer: Glosa.
En términos generales, la crítica ha vinculado la obra inicial de Saer
con las líneas realistas inauguradas en la literatura argentina a partir de
1955[1],
aunque reconociendo en él preocupaciones formales mayores que en otros
escritores de esta etapa.
Su ubicación dentro de la estética narrativa prescinde de la mediación
sociocultural de Buenos Aires y efectúa un pasaje directo del grupo de
referencia provincial, con excepciones de Borges o JL Ortiz, a líneas de narrativa
europea y norteamericana.
Cuando lo local emerge en los textos de Saer, sólo
lo hace temáticamente, como inscripción geográfica de un universo narrativo
intensamente preocupado por asentar sus propias condiciones de universalidad cultural,
conectando su escritura con un referente literario externo y cosmopolita. La
ficción se constituye, por tanto, dentro del espacio definido por este cruce de
una temática ligada a una realidad nacional o local, y orientada a su
representación, y un sistema de representación en virtud del cual esa realidad
requiere, para enunciarse, el marco referencial que proporcionan literaturas
foráneas. En este sentido, Sarlo denomina esta particularidad como un
regionalismo no regionalista, y Gramuglio sostiene que esta poética que se
construye a partir de cuatro rasgos claves: 1) la remisión a Santa Fe y sus alrededores, 2) el descentramiento del
sistema literario argentino, 3) su vinculación con la tradición de la fundación
literaria de espacios, 4) la configuración de su mundo narrativo como
reservorio de experiencias y recuerdos.
La
peculiar densidad que adquiere el sistema narrativo de Saer surge, en
principio, de la descripción permanente que ofrecen los textos de sus propios
mecanismos constructivos. Este minucioso trabajo textual que ejecuta en la
escritura o sólo conlleva una reflexión sistemática sobre las técnicas, los
significados y la modalidad funcional de los textos elegidos, sino que, al mismo
tiempo, también va recorriendo un amplio espectro de problemas constitutivos de
toda teoría literaria, entre los que se destaca fundamentalmente el problema de
la representaci6n, y, ligado a él, el de las distintas inflexiones que asume el
concepto de realismo.
La crítica señala que es posible leer Glosa al cumpleaños de Wasigthon
Noriega como una referencia al banquete de Platón, siendo este un ejemplo de uno
de los elementos planteados para vincularse con la literatura universal. A través del diálogo entre Leto y el
matemático, se intenta reconstruir lo sucedido en el cumpleaños. Pero como
ninguno estuvo allí, el matemático cuenta lo que le contó Botón, personaje que
sí asistió pero del que el lector no puede más que dudar ya que su versión de
los hechos es en parte errónea. Este hecho, es aprovechado para problematizar
la estética realista, mediante la confrontación entre realidad y recuerdo de
esa realidad.
Asimismo, el relato juega con la
linealidad del tiempo realista, y con la figura de narrador, ya que llega a
cierto punto es imposible identificarlo entre los varios que coexisten en la
narración: Leto, el matemático, Botón, Tomatis, y el narrador en sí. El tiempo
presente no es identificable, los hechos son de 1961, pero acciones futuras
sobre la vida de Leto, Tomatis y el matemático son contadas como hechos
pasados.
Esta complejidad, es planteada
desde el título, ya que “glosa” refiere
a la yuxtaposición de interpretaciones y agregados. Incluso la dedicatoria
y el epígrafe confluyen en esta problematización. Así, la dedicatoria hace
alusión al banquete, a la comedia y al tiempo con la cita de Faulkner: “but
then time is your misfortune father said”, abriendo la novela al recuerdo como
temática.
El epígrafe : “En uno
que se moría / Mi propia muerte no vi, / Pero en fiebre y geometría / Se me fue
pasando el día / Y ahora me velan a mí”, señala este juego con el tiempo,
pero también se configura como una unidad de nexo temporal que mueve al lector
a plantearse el juego de narradores, ya que los versos pertenecen a Tomatis,
quien se los regala a el matemático en el segunda parte del libro, y este luego
los descubre olvidadas en su billetera muchos años después.
En sentido amplio, Glosa puede ser pensada como una
comedia, o mejor, como una novela que tiene un tono de comedia ya que evoca y
se vale de sus recursos típicos, situaciones grotescas, exabruptos,
malentendidos, absurdos, etc.
El narrador omnisciente de Glosa, funciona como personaje
autónomo, puesto que si bien no es identificable se diferencia de los otros. En
mi opinión, este hecho guarda relación con su concepción de estética realista
puesto que no pretende pura objetividad, sino que su familiaridad con los
personajes y su habilidad para pasar del pasado al futuro y viceversa, sumado
al tema de la novela sobre las “versiones” hacen que su propia narración sea
leída con desconfianza. Esta estrategia
narrativa se construye desde el principio en el que el narrador utiliza el recurso de indeterminación del tiempo
de la acción. Este hecho, mueve al lector a una lectura atenta, forzándolo a recibir
el texto como una atípica narración realista.
¿ http://es.scribd.com/doc/93983003/Glosa? Señala
algunos de los recursos que utiliza el narrador para lograr este efecto: “la enumeración irritante y permanente de los
objetos que van apareciendo en las diferentes escenas, (…) la
desmesurada cantidad de recursivas y estructuras compuestas, que complica la
unión entre un sujeto y su objeto hasta el límite de obligar al lector a la
relectura constante para una interpretación acertada, (…) la intermitencia
constante de los tiempos pasado y presente en una armonía total que incluso
llegan a confundirse, (…) la excesiva cantidad de comas, fuera de lo común, que
provoca el quiebre y la fragmentación de enunciados, (…) la constante apelación
al lector, que más que una marca de oralidad es una estrategia narrativa que
provoca la eterna y exasperante morosidad del avance argumental, y despoja de
todo sentimiento de certeza acerca de lo que se esta relatando, (…) las
incursiones en problemáticas metáfisicas y filosóficas con que el narrador
irrumpe en el texto a partir de episodios efímeros”
Además, no
se puede dejar de lado, el uso de cambio de grafía, el entrecomillado o el
pasaje de estilo directo a indirecto para señalar los dichos de unos y otros
personajes.
Abatte,
concuerda con la figuración omnisciente del narrador y dice que “los narradores
de Joyce y el de Saer proponen un avance espiralado y no lineal, con sus corsi e ricorsi, donde se vuelve una y
otra vez sobre los mismos temas para darles otra vuelta (…) Saer se ha
propuesto relatar en Glosa lo que sucede a cada instante en la cabeza
de sus personajes.” Resulta interesante
su desglosamiento por niveles de la narración:
“El primer nivel de lo que cuenta el narrador corresponde al presente
de la caminata, el “ahora” material que manda, en ondas constantes, ruidos,
texturas, brillos y olores. Allí se pone en evidencia el carácter errático y
fugaz de la experiencia en el espacio urbano; los estímulos llegan a los
sentidos, se condensan al acto en alguna impresión y luego se evaporan. Como en
todo paseo, la realidad se percibe como si fuera un continuo movimiento donde
cada cosa nace, pasa y caduca. La modalidad discursiva predominante en este
nivel es la pausa descriptiva, que permite captar ese complejo presente
fenomenológico en su dimensión espacial.
El segundo nivel del discurso corresponde al pasado de los personajes,
que se desliza cada tanto en el presente. Recurrentemente, la memoria
involuntaria despierta en Leto y el Matemático una serie de recuerdos un tanto
traumáticos.
El tercer nivel del discurso del narrador corresponde a las conjeturas en
torno a lo ocurrido en el cumpleaños de Washington Noriega. En él se suceden
las versiones y especulaciones acerca de cómo fue la fiesta, sobre qué
discutieron los amigos y cuál fue el sentido de las palabras de Washington
sobre los mosquitos. En estos pasajes, la modalidad discursiva predominante es
la digresión reflexiva. A medida que se analizan los hechos presuntamente
ocurridos, se multiplican las posibilidades interpretativas y todo va perdiendo
su sustancia empírica, como un mito. (…)
Un cuarto
nivel del discurso: el futuro. De pronto, el tiempo narrativo se expande
hacia delante y la novela cobra una fuerte dimensión histórica y política.”
Como
se ha dicho, el narrador se muestra como desconocedor de detalles, como la
fecha, pero a la vez es omnisciente, y este hecho, provoca desconfianza en el
lector, que espera los datos que cierren las tramas que configuran a los
personajes, como el suicidio del padere de Leto. Según ¿http://es.scribd.com/doc/93983003/Glosa?
“el narrador provoca que la novela se desarrolle a un paso exacerbadamente lento,
moroso, cargado de conjeturas, suposiciones, fundamentos y refutaciones,
recuerdos, aislamientos de conciencia que fluyen y se disgregan, fragmentación,
descripción lenta y hasta innecesaria de situaciones nimias y cotidianas, él
sabe la verdad; tiene la verdad en su poder y sabe que tiene que comunicarla;
por más que el texto se detenga a cada línea para clausurar el progreso, a
causa de la densidad vana de datos inverificables y descripciones irrisibles,
el narrador sabe que llegará un momento de la narración en que tendrá que hacer
partícipe al lector de “esa” verdad (...) mas “indecible”, mas “inarrable”. Una
experiencia que de tan violenta y tan certera pareciera no tener lugar en esa
novela (…) La época de represión, las guerrillas políticas, la masacre, las
revueltas y la sangre, la persecución, la humillación y la tortura, la muerte
como escape y como redención, los desaparecidos, son experiencias imposibles de
narrar, realidades que no pueden expresarse, demasiado para decir, sin palabras
para decirlo. El lenguaje no puede abarcar la magnitud y la violencia de
ciertas experiencias y el narrador se ve imposibilitado de reproducirlas
(Benjamín, 1933: 168). Por eso se narra así. Por eso el corte que percibe el
lector”
El terrorismo de Estado como tema, no es independiente de
los demás hechos, ya que obviamente los personajes son atravesados en su vida
por la represión: Leto comete suicidio, el matemático se exilia, la relación entre
Cuello y Washignton, la desaparición de Gato y Elisa, etc. Lo político es
experimentado por los personajes, teniendo consecuencia en su vida. Dalmaroni y
Merbilhaá señalan que “lo político, además de introducirse de manera marginal
pero insistentemente, aparece ligado a las experiencias de los sujetos; por lo
general no ocupa un lugar central en sus discursos ni forma parte de las
acciones que realizan”.
v Imposibilidad de narrar la experiencia. Construcciones
y deconstrucciones en “Glosa” de J. J. Saer: http://es.scribd.com/doc/93983003/Glosa.
v EL ESPACIO INTERTEXTUAL EN LA NARRATIVA DE JUAN JOSE
SAER: INSTANCIA PRODUCTIVA, REFERENTE Y CAMPO DE TEORIZACION DE LA ESCRITURA:
STERN
v El relato literario y la memoria colectiva: Pablo Dema
v Anticipo del libro: Una visión de Juan José Saer: Florencia
Abbate
v Saer en dos tiempos: Sandra Contreras
v Los lugares del UGAR de Juan Jose Saer: Gambetta
v “Un aza convertido en don”. Juan Jose Saer y el ralato
de la percepción: Dalmaroni y Merbilhaá.
v Mas allá del regionalismo: la transformación del
paisaje. Foffani y Mancini.
[1]
Para Adolfo Prieto, por ejemplo, estos relatos iniciales quedan integrados a una
literatura que refleja el proceso vivido en el país durante el peronismo, y
cuyas posibilidades de supervivencia parecen depender de su condición de “«documento
de época o testimonio de conductas individuales”. Véase Literatura y subdesarrollo (Rosario: Ed. Biblioteca,
1968).
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