domingo, 24 de marzo de 2013

Un poco de Borges II

En el escrito anterior señalaba la diferencia entre Inquisiciones y Otras inquisiciones, ahora me gustaría señalar una operación en torno a la tradición literaria y la elección de precursores.

En "El escritor argentino y la tradición" dice: "creo que nuestra tradición es toda la cultura occidental, y creo también que tenemos derecho a esta tradición, mayor que el que pueden tener los habitantes de una u otra nación". Basa esta superioridad en que Argentina es una nación periférica de la cultura occidental, pudiendo tratar todos los temas europeos pero con la libertad de no estar atado a ellos, pudiendo manejarlos "sin superticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas".
Me parece que ya he dicho en otro lugar, quizás hablando de Girondo o de Tuñon, que una característica de los grupos vanguardistas es la conciencia sobre el material literario con el que trabajan y la lectura que estos grupos hacen sobre la tradición que desemboca en ellos. No importa aquí la tradición seleccionada en Inquisiciones, la cual difiere. Entre los tres libros de ensayos que componen el corpus comentado cabe señalar varios nombres literarios y filosóficos: Platón, Berkeley, Schopenauer, Berkeley, Hume, Pascal, San Agustín, Whitman, Groussac, Homero, Flaubert, Wells, Stevenson, Coleridge, Quevedo, Cervantes, Hawthorne, Valery, Fitzgerald, Wilde, Chesterton, Kafka, Keats, Shaw, etc. Como se ve, entre la tradición argentina se rescata el nombre de Groussac, y se lo hace ambiguamente hay algo de rechazo y de respeto. Cabe no obstante, señalar otros ensayos dedicados no ya a autores sino a temas y géneros: la metafísica, el lenguaje, la gauchesca.

El ensayo "Kafka y sus precursores" es bastante claro al respecto del trabajo sobre la tradición: "el hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro". Este asunto, sin dudas, tiene que ver con su concepción sobre la literatura en el traspaso del movimiento ultraista y la búsqueda de la novedad vanguardista, a su reflexión sobre los clásicos bajo la idea de que ya todo ha sido escrito. En particular, cabe pensar el significado del original de Horacio en la Epistola a los Pisones, donde aconseja no la búsqueda de lo nuevo, sino una recreación de lo original.

Borges, antes de su regreso a Argentina, había participado del grupo vanguardista español organizado en la revista Ultra, y una vez en el país quiere reproducir, continuar con esa experiencia estética por medio de revistas como Prisma, Inicial, Martín Fierro, Proa. El ultraismo argentino, es ocasiones también llamado simplismo (aunque esta denominación provoca confusiones con otras estéticas) en tanto que postula la representacion de la percepción, imaginismo porque toma el término imágen como sinónimo de metáfora y expresa el predominio de esta, o también martinfierrismo, por su mayor órgano de difusión.

Originalmente el ultraismo nace como reacción al "rubenianismo agonizante", y es influido por el creacionismo, el cubismo, el futurismo y no se debe restar importancia al peso del ensayo de Ortega y Gasset "La deshumanización del arte" de 1925. En 1921, Borges publica en la revista Nosotros, central para la cultura argentina de entonces y contra la cual se construirá Martín Fierro, un suerte de manifiesto ultraista. Allí enumera algunos rasgos: la reducción de la lírica a la metáfora, la tachadura de nexos, la abolición de ornamentos (el adorno modernista), la síntesis de dos o más imágenes en una, hay también allí cierto criollismo ya que insta a una representación con un lenguaje nacional pero no a un "nacionalismo intelectual": propone una "transmutación de la realidad palpable del mundo en realidad interior y emocional", es decir, es un literatura de búsqueda de un determinado efecto sobre el lector a través de una técnica precisa.

Entre los ensayos del corpus es posible rastrear aún algunas de estas ideas ultraistas, Historia de la Eternidad y Nueva refutación del tiempo juegan con la idea de trasmutación de la realidad, en tanto que utilizan las concepciones filosósficas del idealismo, siguiendo el recorriendo de Platón, Berkeley y Hume: "somos una colección o conjunto de percepciones, que se suceden unas a otras con inconcebible rapidez... La mente es una especie de teatro, donde las percepciones aparecen, desaparecen, vuelven y se combinan de infinitas maneras. La metáfora no debe engañarnos. Las percepciones constituyen la mente y no podemos vislumbrar en qué sitio ocurren las escenas ni de qué materiales está hecho el teatro".

Es, a través de este sentido de conciencia que es posible entrar en la idea de eternidad que postula Borges en su Historia... Allí propone que la repetición de un sentir: "esa pura representación de hechos homogéneos (...) no es meramente idéntica a la que hubo en esa esquina hace tantos años; es, sin parecidos ni repeticiones, la misma" mueve al sujeto al sentir de lo eterno en tanto que rompe su sentido de linealidad temporal de percepciones.

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